Los animales utilizan el lenguaje corporal para comunicarse y poder expresarnos su comodidad o incomodidad frente a una situación que sienten como agradable o comprometida. Con el fin de ayudarnos a comprender lo que nos están queriendo decir nuestros perros, vamos a recurrir a los estudios de dos investigadoras: Turid Rugaas, entrenadora de perros noruega que nos describe las “Señales de Calma”, y Kendal Sheperd, veterinaria de Reino Unido especializada en comportamiento animal, que nos habla de la “Escalera de Agresión”.
Señales de calma.
Si nos paramos detenidamente a observar la forma en que nuestro perro se mueve en cada situación, podremos reconocer muchas de estas señales en nuestro día a día. El objetivo de estas señales es transmitir “buen rollo”, comunicar cómo se siente y explicarnos de forma amorosa que algo le gusta o le incomoda. A continuación describimos algunas de las más habituales.
- Lamido: aunque normalmente lo relacionamos con “besos” o señal de afecto, y es cierto que en ocasiones suele ser así, cuando nuestro perro nos lame las manos por ejemplo suele ser para intentar aliviar nuestra tensión.
- Bostezo: indica incomodidad. Generalmente se acompaña de ladeamiento de los ojos hacia los lados y orejas hacia atrás.
- Mirada con ojos entrecerrados: suele estar relacionada con sensación de seguridad y calma.
- Giros de cabeza: si intentas acariciar o dar un beso a tu perro, o se le acerca otro perro para olerle y este gira la cabeza, está diciendo que se encuentra incómodo.
- Relamido: indica solicitud de espacio.
- Estiramientos: cuando nuestro perro estira las patas delanteras levantando las traseras y con la boca abierta y las orejas erguidas, puede indicar que está buscando juego. En cambio, si se acompaña de relamido, giro de cabeza y mirada de reojo, nos está pidiendo espacio.
- Olfatear el suelo alrededor de donde está: esta señal es muy común en encuentros entre perros. Un primer encuentro acompañado de esta señal tiene éxito asegurado, porque quiere decir que tu perro está tranquilo.
- Sacudirse: la realizan en aquellos momentos que necesitan liberar tensión acumulada.
- Exposición del área abdominal: es indicativo de que nuestro perro se muestra cordial, con confianza, en calma y sumiso.
- Empujar con el hocico: indica solicitud de atención. Seguramente quiere una caricia, un paseo…
- Caminar en círculos olfateando el área anal de otro perro: es una forma de saludo cordial.
- Quedarse totalmente quieto: cuando en situaciones nuevas nuestro perro se queda totalmente quieto, está haciéndose pequeño y permitiendo que el resto de perros o personas lo exploren sin oponerse. Cuidado si se queda quieto porque le hemos gritado o reñido, el significado cambia totalmente y pasa a llamarse indefensión aprendida. Nos está indicando que tiene mucho miedo y cree que si se queda quieto cesará la bronca. No es nada recomendable que nos comuniquemos así, pues les estamos generando estrés y miedo.
- Orinar: podríamos decir que es una técnica de marcaje, pero en realidad es también una forma de darse a conocer por medio del sentido del olfato.
Escalera de la agresión.
Cuando las señales de calma no son correctamente interpretadas, y a pesar de todo el animal continúa sintiéndose incómodo e incluso violentado, aparecen una serie de conductas muy evidentes que ocurren de forma secuencial antes de que se desencadene un conflicto.
Genéticamente los animales estamos programados para tener determinadas respuestas frente a los estímulos, pero además, nuestras propias experiencias van moldeando nuestra conducta mediante el aprendizaje. Por su largo recorrido en la domesticación, es común que las señales de nuestros perros vayan dirigidas a evitar las confrontaciones con otro individuo, independientemente de la especie a la que pertenezca. La domesticación ha influido en la respuesta de invasión que los perros tienen frente a nuestra forma de comunicarnos con ellos. Es por esto que vemos evidentes diferencias entre un lobo y un perro, y la primera reacción defensiva no suele ser la agresión como sí puede ocurrir en especies silvestres.
Lo habitual es que la agresión sea la última alternativa. Antes de esto, los animales nos mostrarán una serie de conductas que llamamos “agonistas” con la intención de evitar el conflicto y que van aumentando progresivamente en intensidad, como si de una escalera se tratase.
Los animales en su comunicación son muy claros, y cuanto más domesticada está la especie y por tanto más cercana es a la nuestra, más duraderas en el tiempo son esas expresiones de cada conducta para intentar darnos tiempo y que las entendamos claramente. El problema suele ser que nuestra falta de información nos hace malinterpretar completamente su lenguaje, y por tanto respondemos de forma confusa o incluso amenazadora para el perro, cuando no es en realidad nuestra intención.
A continuación te mostramos esta infografía basada en los estudios de Kendal Sheperd, en la que de forma muy visual podemos comparar la escalera de agresión de humanos y de perros.