¿Qué es el lavado broncoalveolar y en qué puede ayudar a tu caballo?

Hay muchas patologías respiratorias que limitan la capacidad de los caballos para realizar trabajo físico y que por lo tanto afectan a su rendimiento deportivo, y que cursan con afección de lo que se conoce como “vías aéreas bajas”, que básicamente son aquellas a las que no tenemos acceso los veterinarios desde fuera.
Para que nos hagamos una mejor idea de lo que hablamos, en esta imagen podemos apreciar las distintas estructuras que componen el sistema respiratorio de los caballos:

Las vías respiratorias altas serían cavidad oral, cavidad nasal, senos maxilares y frontales, bolsa gutural, faringe y laringe. Las vías respiratorias bajas serían por tanto la tráquea, los bronquios, los alvéolos y los pulmones.
Los síntomas más comunes de los problemas respiratorios por vías aéreas bajas son:

  • Tos
  • Exudado mucoso o incluso purulento bilateral
  • Epistaxis (sangrado por la nariz).
  • Fiebre
  • Disnea (dificultad respiratoria).
  • En ocasiones cianosis (mucosas azuladas por falta de oxigenación periférica).

El lavado broncoalveolar es un procedimiento que se utiliza para diagnosticar enfermedades respiratorias que afectan a las vías respiratorias bajas. Se trata de una técnica que tiene como finalidad la obtención de una muestra de líquido surfactante de los pulmones. Nuestro objetivo extraer dicha muestra para su estudio citológico y poder comprobar así la población celular, componente inflamatorio, si existe presencia de bacterias, etc. 

¿Cómo realizamos un lavado broncoalveolar?

  1. Sedamos al paciente. Con ello pretendemos relajar la musculatura y reducir los riesgos del procedimiento.
  2. Atemperamos el suero salino estéril con el objetivo de no provocar broncoespasmo al introducirlo por la sonda.
  3. Lavamos bien las fosas nasales para retirar toda la suciedad que pueda contaminar la muestra (de forma similar a un lavado quirúrgico).
  4. Introducimos por la nariz del caballo una sonda especial que tiene un balón en la porción más distal, y una boquilla que se adapta a una jeringuilla en la porción más cercana. La sonda, además, tiene que estar perfectamente lubricada para no provocar daños a su paso por todas las estructuras.
  5. Más o menos a medio camino, y con el objetivo siempre de minimizar los riesgos, inyectamos por la sonda una dosis de anestésico local para dormir toda la zona y evitarle molestias al paciente.
  6. Cuando hemos llegado a la zona final, llenamos de aire el balón con una jeringuilla, fijando así la sonda. 
  7. Introducimos por la sonda el suero estéril atemperado y esperamos unos segundos.
  8. Aspiramos el líquido atemperado y observamos cómo al sacarlo de vuelta, queda una especie de capa con una sustancia espumosa, que es el líquido surfactante del pulmón. Ahí estarán las células que nos interesa analizar.
  9. Preparamos la muestra para su estudio laboratorial.

 

Aunque, como indicábamos, el principal estudio es a través del microscopio, hay otras cuestiones que podemos observar macroscópicamente:

  • Color.
  • Turbidez.
  • Presencia de moco o sustancias floculentas.
  • Olor.

Una vez analizado en el laboratorio, podremos obtener un diagnóstico de la patología que está provocando la sintomatología en nuestro paciente. Solo con un diagnóstico etiológico, de base, podremos pautar un tratamiento específico para la patología de nuestro paciente.

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