El diagnóstico de cojeras es uno de los motivos de consulta más habituales en la clínica diaria de équidos. Te contamos todo lo que debes saber sobre cómo diagnosticamos estos casos.
Cuando hablamos de cojera en un caballo, éstas pueden ser debidas a problemas musculoesqueléticos como por ejemplo afección de tejidos blandos (ya sean tendones, ligamentos o músculos); o bien a problemas óseos o articulares. Además, debemos saber que los caballos no van a poder mostrar dolor de dos extremidades anteriores o posteriores a la vez, pero sí de forma combinada anterior y posterior. Es decir, que si un caballo tiene problemas en sus dos extremidades delanteras, solo lo veremos cojear de una de ellas, de aquella que más dolor genere.
Pero antes de hacer pruebas diagnósticas necesitamos saber varias cosas: lo primero es que las cojeras en los caballos habitualmente se dividen en cinco grados, siendo el grado uno el más suave y el grado cinco el más grave cuando el paciente no apoya en absoluto la extremidad al suelo. Lo segundo, radica en la importancia de localizar dónde tenemos el problema, qué extremidad está afectada. Para ello, un buen diagnóstico de cojera debe constar de un examen estático, y un examen dinámico del animal en distintas superficies (en suelo duro y en suelo blando). Y en tercer lugar, que las cojeras pueden ser cojeras “en frío” (el animal sale de la cuadra cojo y a medida que trabaja desaparece la cojera) o cojeras “en caliente” (el animal sale de la cuadra normal y a medida que trabaja la cojera es más manifiesta). Las primeras, las cojeras “en frio” suelen estar relacionadas con problemas osteoarticulares, mientras que las cojeras “en caliente” suelen estar relacionadas con problemas en los tejidos blandos (músculos, tendones y ligamentos).
El examen estático se basa en la exploración del paciente, valorando huesos, articulaciones, tejidos blandos, rangos de movimiento, aplomos, temperatura de tejidos, inflamaciones locales, etc.
El examen dinámico tiene como función valorar el movimiento del caballo en distintas superficies, tanto en recto como en círculo, y si es necesario también con el jinete o la amazona. El suelo duro nos va ayudar a evidenciar los problemas óseos y/o articulares, mientras que el suelo blando nos ayudará a identificar las lesiones en toda la musculatura adyacente, ligamentos y tendones.
Una vez identificada la extremidad motivo de la cojera del paciente, necesitamos localizar la zona anatómica afectada para poder plantear pruebas de imagen que nos ayuden a conquistar un diagnóstico certero. Para ello, los bloqueos perineurales van a jugar un papel fundamental. Estos bloqueos tienen como objetivo desensibilizar la de forma paulatina distintos nervios mediante anestesia local, por lo que una vez que dejemos dormida la zona causante del dolor al paciente, la sensación de dolor disminuirá y por tanto la cojera disminuirá considerablemente, o desaparecerá.
Una vez hemos realizado las primeras pruebas podemos determinar el grado de la cojera, la extremidad afectada, y delimitar el área anatómica causante de la cojera. En base a esto, plantearemos pruebas diagnósticas de imagen complementarias como pueden ser la radiología digital (para problemas óseos y/o articulares) o la ecografía (para lesiones de tejidos blandos principalmente).
Estas pruebas nos ayudarán a conquistar un diagnóstico certero con el fin de poder plantear un tratamiento preciso que mejore la vida del paciente en base a la evidencia médica.